martes, 1 de julio de 2008

Mala Costumbre



Múltiples y simultáneos diálogos internos se llevan a cabo en el indefinido espacio que abarca mi mente.

Cientos de voces, diseminadas por mi conciencia, aparecen con sus discursos desordenados como multitud ruidosa.

Impidiendo mi indiferencia, las voces se potencian entre sí, tal cual perfecta caja acústica de tortura.

Las corrientes de palabras inquietan incluso a los rincones más resguardados y garantizan mi total molestia.

El caos se apodera exitosamente de mi completa atención hasta que repentinamente todo se detiene y solo permanece el eco de aquellos infernales sonidos.

Pero no siento paz, sino vacío…será que la avalancha ruidosa es la manifestación de lo que le acontece a mi sensibilidad y que ahora estoy inerte, o será simplemente la masoquista costumbre de vivir con un remolino en la cabeza que cuando milagrosamente se apaga, no sé qué hacer.





Silvana